
Toma asiento, acercándose a la mesa. Coge la caja y empieza a vaciar su contenido. Procede según el ritual establecido: romper el extremo de la ampollita, bastoncito a un orificio de la nariz dándole vueltas, una, dos, tres y cuatro. ¡Lágrimas! Bien hecho. Ahora al otro orificio nasal y.… ¡lagrimones! Todo parece funcionar por el […]
La jodida «normalidad» — FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO